lunes, 13 de junio de 2011

El paƱuelo de Marosa


Historias de Marosa la foca Curiosa: "El paƱuelo de Marosa"
publicada en Copos de Nieve NĀŗ 32, Junio 2011
wafo@antarkos.org.uy
Ya habĆ­a comenzado el invierno austral y la oscuridad reinaba por casi 24 horas en la Isla Rey Jorge.
En la base Artigas, quedaba una dotaciĆ³n de apenas 8 personas, que se ocupaban de mantener la base funcionando y monitoreaban los aparatos de la estaciĆ³n meteorolĆ³gica, mientras disfrutaban de un paisaje Ćŗnico.
El mar se comenzaba a congelar y los bloques de hielo que habĆ­an flotado sobre la playa hasta hace unos dĆ­as, se soldaban unos con otros, extendiendo la lĆ­nea de costa hacia el interior de la bahĆ­a.
Las focas de weddell permanecĆ­an por allĆ­ y aprovechaban las grietas para construir agujeros por donde poder lanzarse al agua en busca de comida, sin preocuparse de que el mar se siguiera congelando.
Quedaban pocos cientĆ­ficos en las bases, casi todos habĆ­an partido ya, pero en un vuelo logĆ­stico de los chilenos, llegĆ³ un grupo de personas que harĆ­an un monitoreo ambiental.
El equipo estaba compuesto por personas de varios paƭses y lo dirigƭa la Doctora Alda, una especialista en temas de medioambiente y de la normativa del Protocolo de Madrid, que regula todas las actividades en la AntƔrtida, buscando proteger el entorno para que se mantenga en condiciones lo mƔs puras posibles.
La Doctora Alda era muy exigente y apremiaba a los miembros de su equipo para que realizaran todas las mediciones y tomas de muestras que se habĆ­an propuesto obtener.
Los investigadores tenĆ­an unas pocas horas para hacer su trabajo, pues el aviĆ³n chileno debĆ­a partir apenas hubieran terminado la descarga y carga de cosas que tenĆ­an previstas, pues el intenso frĆ­o y las pocas horas de luz, dificultaban la operaciĆ³n.
AsĆ­ que la Doctora Alda dividiĆ³ su equipo y enviĆ³ a unos hacia el lado de la base china, a otros a recorrer las instalaciones de Chile y de Rusia y un tercer grupo, liderado por ella misma, con la misiĆ³n de llegar hasta la base Artigas.
Este Ćŗltimo era el trabajo mĆ”s difĆ­cil pues debĆ­an caminar cinco kilĆ³metros de ida y otros cinco de vuelta, en apenas dos horas… pero tanto Alda como sus ayudantes estaban acostumbrados a eso, asĆ­ que salieron raudos a la bĆŗsqueda de sus muestras.
A mitad de camino, se encontraron con el carrier de la base uruguaya, que iba al aeropuerto a buscar correspondencia y carga y como es norma en estas desoladas latitudes, se ofrecieron a llevarlos hasta la base y luego conducirlos hasta el aeropuerto.
Alda y las dos chicas que integraban su equipo, aceptaron encantadas y subieron al carrier.
Al llegar a la base, descendieron rƔpidamente y se dirigieron a tomar las muestras en diferentes lugares y a realizar mediciones en la zona de los generadores elƩctricos para verificar el nivel de ruido y los gases emitidos.
El Jefe de Base, que iba en el carrier con ellas, les ofreciĆ³ que cuando terminaran su trabajo, antes de partir, llegaran al comedor a tomar un cafĆ© y descansar un rato.
Como habĆ­an ahorrado mucho tiempo, podĆ­an hacer su trabajo completo y luego aprovechar a visitar la base.
Las investigadoras salieron a recorrer la costa y allĆ­ se encontraron con Marosa y Borravino, que conversaban al resguardo de unas rocas
La Doctora Alda usaba un paƱuelo blanco con unas hermosas rosas rojas y Marosa quedĆ³ deslumbrada con Ć©l.
-QuƩ lƔstima que no haya tiendas para focas en estos lugares, Dijo Marosa. -Yo me comprarƭa muchos paƱuelos como ese y usarƭa gorros con hilitos dorados como el que lleva esa doctora...
Borravino la escuchaba y se sonreĆ­a… -¿Para que sirve un paƱuelo? Yo preferirĆ­a tener unos guantes de esos que usan los exploradores, o unas botas con clavos para subir las montaƱas congeladas…
Marosa se sonreĆ­a ahora. -Tus patitas tienen muy buen agarre para trepar el hielo… y ademĆ”s ¿dĆ³nde te pondrĆ­as los guantes si no tienes manos?
-¡QuĆ© aguafiestas!, dijo el pingĆ¼ino.
Marosa y Borravino siguieron conversando mientras la gente hacĆ­a su trabajo y entonces escucharon un ruido ensordecedor.
Era el helicĆ³ptero chileno que venĆ­a rumbo a la base Artigas.
-¿QuĆ© pasarĆ”? Dijo Marosa.
Por la radio llamaban a la Doctora Alda. El tiempo se descomponĆ­a y era urgente salir
cuanto antes, asĆ­ que el helicĆ³ptero las estaba buscando para llevarlas de regreso de
inmediato.
En la base Artigas quedaron tristes, Ya no tendrĆ­an visitas, pero comprendĆ­an que este tipo de cosas pasaban muy seguido.
AsĆ­ que todos los que estaban por allĆ­ salieron a despedir a las investigadoras.
El helicĆ³ptero ya se posaba en el helipuerto y las dos investigaras mĆ”s jĆ³venes fueron las primeras en subir.
La doctora quedĆ³ un momento mĆ”s, agradeciendo la amabilidad de los uruguayos e
intercambiando mails para mantener contacto en el futuro.
TerminĆ³ de despedirse y corriĆ³ hacia el helicĆ³ptero y entonces, ¡Se le volĆ³ el paƱuelo!
Alda quedĆ³ muy preocupada. Ese paƱuelo se lo habĆ­a regalado su mamĆ” y no querĆ­a
perderlo…
El buzo de la Base Artigas, le dijo que no se preocupara, que Ć©l se encargarĆ­a de buscarlo y lo recogerĆ­a para evitar que se transformara en algo contaminante.
Alda agradeciĆ³ la buena voluntad y explicĆ³ que el paƱuelo era de un material biodegradable que no causarĆ­a contaminaciĆ³n.
Con pena por su paƱuelo perdido, subiĆ³ al helicĆ³ptero tranquila porque habĆ­a podido
hacer su trabajo completo.
El helicĆ³ptero despegĆ³ y el viento alejĆ³ mĆ”s el paƱuelo, que era perseguido por varios de la dotaciĆ³n, que no lo pudieron alcanzar.
El viento se hacĆ­a cada vez mĆ”s fuerte y el jefe invitĆ³ a todos a ingresar al comedor.
-MaƱana iremos a la base chilena a buscar la carga, dijo.
El helicĆ³ptero hizo un sobrevuelo y se despidiĆ³.

Alda miraba por la ventana y vio un pingĆ¼ino y una foca, descansando entre las rocas.
Pero lo que no vio, fue que Borravino habƭa recogido el paƱuelo extraviado y se lo entregaba a su amiga Marosa que muy feliz, se lo ponƭa al cuello.

-o-

Waldemar Fontes: http://lodewafo.blogspot.com
Ver otras historias de Marosa la foca curiosa: www.antarkos.org.uy/marosa
“Marosa la foca curiosa” por Waldemar Fontes - Licencia de Creative Commons
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11 de junio de 2011

1 comentario:

Patricia K. Olivera dijo...

Precioso!
Un gusto pasar por su sitio, gracias por compartir y lo sigo leyendo compatriota!!

saludos!!